Los efectos del desalineamiento de la mandíbula son físicos y emocionales. Cuando el problema es grave puede interferir en la comida, la respiración, el sueño y el habla, y causar incomodidad y dolor incluso cuando no se mueve la mandíbula. El motivo radica en la complejidad de la articulación: las mandíbulas superior e inferior se unen, y cuando no funcionan correctamente, el resultado suele ser un dolor crónico. Los niños con mandíbulas desalineadas pueden sufrir insultos de sus compañeros y, aunque no los reciban, su sobremordida o submordida podría cohibirlos. Los dentistas y ortodoncistas denominan a una mordida desalineada "maloclusión", y entre los tratamientos se incluye la ortodoncia y la odontología y la cirugía estéticas, en función de la gravedad de la maloclusión.